La gestión del capital es el elemento clave para asegurar que las probabilidades de supervivencia en los mercados son máximas y que, por tanto, la habilidad del operador o el acierto de su sistema tendrán la posibilidad de prevalecer en el largo plazo.
Los mercados experimentan bruscas oscilaciones y, de vez en cuando, sufren repentinos movimientos capaces de impactar las cuentas de quienes estén posicionados en el lado contrario. Esos impactos pueden ser devastadores si no se han tomado las precauciones necesarias. Entonces, ¿qué puede hacer la gestión del dinero por el éxito de un operador?
Si el operador tiene un buen sistema que le permite ganar más veces de las que se equivoca, la buena gestión del dinero le permitirá acumular ganancias de una forma regular y segura, evitando que un movimiento adverso del mercado particularmente violento pueda dejarle fuera de juego.
Reglas básicas de la gestión del dinero.
1 – Planificar de antemano las estrategias, especialmente en lo referente a lo que hará en toda circunstancia futura, especialmente si el mercado comienza a moverse desfavorablemente frente a las posiciones abiertas.
No olvidar que los operadores avezados están más preocupados en cuanto pueden perder, no en cuanto pueden ganar.
2 – Limitar la especulación del capital máximo que se está dispuesto a perder.
Por alguna circunstancia del mercado, por esas cosas que tiene la vida, de difícil explicación, los operadores raramente ganan si tienen la necesidad/obligación que ganar. Aquellos que inician una operación bajo presión de necesitar desesperadamente ganar, casi siempre pierden.
3 – Arriesgar porcentaje máximo del capital disponible en cada transacción individual. Regla de pérdida máxima.
Una vez más: todo en este negocio conduce a las probabilidades. Y las leyes de la probabilidad dicen que si uno tiene un buen sistema que le permita escoger las estrategias más adecuadas en cada momento y si preserva el riesgo observando las reglas básicas de la gestión del dinero, acabará acumulando un capital impresionante.
De lo que se trata, por tanto, es de buscar operaciones que, teniendo un gran potencial de beneficios requieran, por contra, sólo un movimiento relativamente pequeño del mercado en el sentido contrario al que se prevé para que pueda llegarse “razonablemente” a la conclusión de que uno estaba equivocado. A esto se le llama elegir operaciones con poco riesgo.
4 – Hacer una transacción únicamente cuando el potencial de beneficio sea grande y el riesgo pequeño.
5 – Graduar el tamaño de las operaciones en función de las probabilidades de éxito percibidas, asegurando que el beneficio medio sea grande y la pérdida media, pequeña.
Ciertamente, la habilidad de detectar estas oportunidades no se desarrolla de forma instantánea, pero es una de las cualidades que diferencia a un buen operador de un operador excepcional.
6 – Mantener una posición cuando el mercado se mueve a su favor, y liquidar pronto una posición cuando la evolución desfavorable del mercado la hace incurrir en pérdidas.
Existe una tendencia natural a mantener las posiciones perdedoras demasiado tiempo, con la esperanza de que las pérdidas no crezcan y el mercado se dé la vuelta. Desarrollan una especie de lealtad hacia las posiciones tomadas, resistiéndose a cambiar de opinión cuando el mercado les ha demostrado que se equivocaban. Esta actitud suele verse reforzada cuando el operador se ha comprometido públicamente con su posición.
7 – No tomar una posición si no es capaz de fijar de antemano un límite de pérdidas “lógico“
Ya dicho: el éxito de un operador depende del control del riesgo. Muchos al inicio de una operación calculan cuánto dinero pueden ganar. Los experimentados piensan cuánto dinero pueden perder, y en función de la respuesta deciden si la operación merece la pena o no.
9 – Reducir el tamaño de las operaciones después de una gran pérdida o después de una gran ganancia.
8 – Graduar progresivamente el número de lotes (o mini-lotes) que toman o se liquidan en cada fase del mercado.
El operador no necesita tomar o liquidar toda su posición en el mercado de una sola vez. Puede añadir a una posición en la que está ganando, especialmente si está en las fases iníciales de una tendencia en el mercado, del mismo modo que puede liquidar progresivamente una posición en la que comienza a sentirse inseguro.
Después de cerrar una posición con pérdidas, un operador puede tomar dos actitudes posibles: puede reducir al mínimo el tamaño de su posición en el mercado o puede, por el contrario, intentar resarcirse de forma inmediata tomando, por ejemplo, posiciones de signo contrario a aquellas que le produjeron la pérdida.